17-07-2008
Los Paracaidistas Franceses en Dien Bien Phu (parte 02):
2.- “Bréche” y sus muchachos :
Los franceses del estado mayor “Centro-Este”, que por otra parte se confundía con el estado mayor paracaidista, discutían acaloradamente. Bigeard y la mayoría de los comandantes estaban a favor de reemprender la ofensiva.
Algunas de las colinas estaban perdidas, pero otras se podían recuperar. Entre ellas Eliane 1, abandonada el 30 de marzo. Para esta operación hacía falta un batallón. El 1° de abril es lanzado en paracaídas el II/1° RCP (2° Batallón del 1° Regimiento de Cazadores Paracaidistas) de Bréchignac, su comandante.
Este batallón ya había estado antes en Dien Bien Phu, en la operación Castor, en noviembre de 1953, y había sido retirado, y no para descansar, ya que ha participando en muchas otras operaciones desde esa fecha.
El II/1° RCP después de su salto en Dien Bien Phu en noviembre de 1953.
Este era el único batallón del 1° RCP que quedó en Indochina desde 1952. A pesar que llevaba la boina roja, el II/1° RCP era un batallón “boina azul” (boina de cazadores, entre ellos los alpinos). Es decir, que, junto a la Legión, un caso particular, era la única unidad paracaidista esencialmente metropolitana. Por este hecho, reinaba cierta rivalidad entre Bréchignac y Bigeard, el comandante del 6° BPC (Batallón de Paracaidistas Coloniales). Cada uno a su estilo había conseguido “su” batallón.
Bigeard a su manera efectuó golpes espectaculares, con algo de teatro y mucha agilidad. En el 6° BPC trabajaban como el jefe, con una vivacidad nerviosa y muy fluida.
Por el contrario, el II/1° RCP había adoptado las cualidades y defectos de su jefe. La disciplina era allí más visible, la maniobra más rigurosa. Bréchignac era achaparrado, macizo, indestructible. Su ascendencia campesina le hacía poner un pie después del otro, asegurar una conquista antes de ir en busca de la siguiente. Su batallón era menos brillante, más discreto que el 6° BPC, pero igualmente eficaz. Con poca publicidad este batallón se había ganado el respeto de sus pares, se presentaba sólido, coherente, homogéneo, lo que exactamente se necesitaba en la hondonada.
Es a Bréchignac, a quien Bigeard entregó la “antorcha de los paracaidistas”, cuando partió hacia Dien Bien Phu consiente del abismo al que se le mandaba. Bréchignac, sencillamente, fingió tomar esta “antorcha” que únicamente existía en la imaginación de Bigeard.
También sencillamente se reunió con los otros en la hondonada. Incluso haciendo algo mejor que ellos : inauguró los saltos de noche.
En Hanoi le habían dicho : ¡Es una locura! La pista de aviación está abatida por los viets y tendrá muchas dificultades.
Tranquilo, Bréchignac, se encogió de hombros; sabía que las dificultades no sobrevendrían en el momento de aterrizar...
Antes de partir, el coronel Sauvagnac, que mandaba el grupo aerotransportado del que dependía el 1° RCP, recomendó a los comandantes de compañía : Oriéntense hacia el Sur-Sureste...
Una bonita teoría.
En la realidad durante el trayecto hacia Dien Bien Phu, Langlais cambia los planes. Más que arriesgarse a los azares del largaje y de las pérdidas, tomó la decisión de posar al II/1° RCP directamente sobre el campo cercado, en medio de las trincheras, de las alambradas de púas, de los piquetes de hierro y de los obstáculos de todo tipo que, ya en pleno día, harían lanzar gritos despavoridos a los teóricos del paracaidismo.
El II/1° RCP saltó.
Zona de salto del II/1° RCP en Dien Bien Phu.
La idea era lanzar todo el batallón, pero cuando los aviones que lo transportaban aparecieron sobre el valle antes del amanecer del 1° de abril, el oficial de la fuerza aérea que mandaba la operación se atuvo estrechamente a las normas prescritas para el lanzamiento que sólo pudo descender algo más de una compañía (la 1ª) antes que diera por concluida la misión. Lo mismo sucedería en cuatro días sucesivos, de tal forma que hasta el 6 de abril no se tuvo reunidos a todos los hombres del II/1° RCP, y eso gracias a que Langlais había obligado, ceñudo, al jefe de la fuerza aérea, a que permitiera un lanzamiento disperso por toda el área del campo.
Tanto los paracaidistas del II/1° RCP, como el creciente número de voluntarios que venían a ocupar puestos de especialistas, de los cuales en muchos casos realizaban su primer salto en paracaídas, que fueron lanzados entre el 1 y 6 de abril de 1954, aterrizaron en medio de la lucha porque justo en ese lapso los viets presionó en su ofensiva sin descanso, mientras los franceses contraatacaban para recuperar posiciones claves.
Pero volvamos al 1° de abril. Ese día, el capitán Marcel Clédic se encontraba en el avión de cabeza. Había repetido las consignas a todos los muchachos y el “Sur-Sureste” era la obsesión de los paracaidistas de la 1ª Compañía. También lo era de los otros.
La oscuridad era total en la hondonada. Durante el descenso, los que se acordaban aproximadamente del eje del avión se olvidaban de todo. Intentaron más bien adivinar dónde se encontraba el suelo.
Los hombres tocaron tierra, no importando dónde, entre unas trincheras silenciosas o agitadas, entre ataque y el contraataque. Estaban completamente perdidos.
Clédic se levantó. Había caído duramente sobre el parapeto de una especie de blocao del que no salía ningún ruido. Se acostumbró a la oscuridad y adivinó a sus pies el zigzag oscuro de un ramal de trinchera. No vio a nadie.
Se preguntó : ¿Dónde estoy?
Se desabrochó a tientas, tomó su carabina que calaba bajo el brazo y decidió esperar a que llegara el día para orientarse y, eventualmente, defender la piel.
No quería pensar en ello, pero al igual que todos los que habían llegado con él, temía vagamente estar en zona viet. A algunos pasos, se reagrupaban unas siluetas. ¿Amigos? ¿Enemigos? Clédic no lo sabía.
Se aplastó contra el suelo y, sin grandes esperanzas, dio una voz a los soldados : ¡Anuncien color!
Le contestó una carcajada : ¡Somos los morteros de la Legión, muchacho!
Clédic suspiró aliviado. Estaba entre amigos. No era el único : a través del campo atrincherado, corrió un inmenso caudal absorbido por los “habitantes” de las trincheras y de las trampas del tránsito. Casi tan deprisa, como un grupo normal, lo que se pudo lanzar del II/1° RCP fue reunido alrededor del PC de Langlais.
Bréchignac apareció en el refugio donde se encontraban los comandantes de las unidades, Botella, del 5° BPVN (Batallón de Paaracaidistas Vietnamitas), Guiraud, del 1° BEP (Batallón Extranjero de Paracaidistas), y Thomas (que acababa de tomar a su cargo el 6° BPC, ya que Bigeard había sido nombrado adjunto de Langlais). No pudieron evitar una carcajada : Bréchignac estaba hecho jirones.
Este murmuró : Me he peleado con unas alambradas.
Langlais le dio la bienvenida y le hizo la pregunta tradicional : ¿El largaje ha estado OK?
Era como un test. Esperaba que las pérdidas no hubieran sido tan grandes, pues en la hondonada quedaban trescientos hombres.
Bréchignac, contesta : Un esguince, eso es todo.
Nadie dijo nada, pero todos pensaron lo mismo : es más que una hazaña. No era un hecho nada corriente, incluso sobre una DZ normal, llana y sin obstáculos.
En pocas palabras, Langlais trazó para el recién llegado el balance de la batalla y expuso sus proyectos. Bréchignac no dijo nada. Escuchó y aprobó.
En medio de esa exposición, crepitó la radio : Huguette 6 acaba de ser atacada.
Huguette era uno de los puntos sensibles : un pequeño punto de apoyo, situado al Noroeste, al final de la pista de aviación. Lo ocupaban cien legionarios del capitán Rastouil. No quedaba nadie para enviar allí, pues los paracaidistas estaban ocupados al Este tapando la brecha de las Elianes.
Bréchignac se inclinó sobre el plan direccional, rasgado por grandes trazos azules y rojos.
Es ahí, dijo Botella del 5° BPVN, señalando con el dedo índice un punto rojo, a un kilómetro del campamento.
Bréchignac dijo : Ok. Voy a enviar a la 1ª Compañía, una estupenda entrada en materia.
Llegó Clédic. Su rostro era cuadrado, sus manos grandes como palas, y su pelo negro y abundante. Frunció sus grandes cejas, al mismo tiempo que escuchaba. Serenamente, dijo : De acuerdo. ¡Allá vamos!
No conocía el terreno. Además, de noche, le era imposible maniobrar adecuadamente. También resultaba peligroso seguir las trincheras que podían conducirle no sabía a dónde. Por lo que salió a descubierto y avanzó, al “cañón”, manteniendo aproximadamente el eje de progresión.
Clédic se acercó y encontró una especie de trinchera que lo condujo a su objetivo : el encañado de la pista de aviación. Era un itinerario demasiado arriesgado para las tropas de contraataque y que nadie tomaba jamás. Por esta razón, milagrosamente, los viet no lo habían vigilado.
Clédic tomó en un segundo una decisión : nada de utilizar subterfugios. No tenía idea de lo que ocurría, lo único que sabía era que los viets estaban allí.
Ordenó : Primera sección a la derecha, segunda a la izquierda, tercera al centro. Adelante y límpienme todo esto...
Hacia las seis de la mañana, justo antes del amanecer, el general viet al mando de la División 312, se da cuenta que su asunto no avanzaba según el plan previsto. Algo o alguien había intervenido y sembraba confusión. Hizo intervenir entonces a su último batallón, hasta el momento en reserva.
Clédic aguantó el golpe. Fue duro, pero por suerte ya empezaba a clarear y pudo entonces darse cuenta de la situación y del terreno. Llamó a la artillería por radio y, sin conocer los códigos ni las posiciones de las piezas, reguló el tiro.
Ante esto los viets se replegaron lentamente, primero en orden. Iban atravesando en sentido contrario a la brecha de alambradas.
Clédic barreó, literalmente : ¡Al asalto!
Sus hombres salieron de las trincheras y se lanzaron hacia los supervivientes viets. Secciones enteras de enemigos, al encontrar la salida ocupada, echaron a correr por los ramales de las trincheras bajo los disparos de los 105.
A las diez de la mañana, Clédic se vio obligado a llamar a sus hombres que perseguían a los viets fuera del alcance de la protección de los cañones.
El II/1° RCP en Dien Bien Phu. Fecha abril de 1954.
Cuando volvieron, los que, al igual que el general Cogny en Hanoi, empezaban a creer que “todo estaba perdido”, se preguntaron si no deberían cambiar de punto de vista.
Los muchachos de “Bréche” (clave radial de Bréchignac) tenían un estilo que inspiraba confianza.
Es sin duda lo que hizo que Langlais decidiera emprender la reconquista de Eliane 1.
Fuentes :
Les Paras (E. Bergot).
Dien Bien Phu (J. Keegan).
Continuará..............